9 marzo. Martigues-Aubagne.

"Hacer turismo es viajar muy lejos en busca del deseo de volver a casa".
Con ese pensamiento me he levantado esta mañana, después de una noche que apenas he pegado ojo. La bicicleta ha dormido en la escalera de un edificio, porque dentro del apartamento de Emilie no había suficiente espacio. Y eso ha echo que la intranquilidad no me dejara conciliar el sueño. Por la mañana empaco y la primera desgracia; se me cae la bici al suelo (no será ni la primera ni la última) y se me rompe el soporte del cuenta kilómetros. Ahora tengo que llevarlo enganchado con unas gomas, con la preocupación de perderlo con cualquier bache. La segunda desgracia; un dolor en la rodilla izquierda (fruto de los 137km del día anterior supongo) me avisa que hoy de hacer 100km me vaya olvidando. Entonces decido ir hasta un pueblo al lado de Marseilla, con lo que saldrán unos 50km más o menos. El pueblo del que salgo, Martigues es agraciado porque tiene un lago que resulta que es dulce y salado a la vez, y los peces se pueden consumir para postres o para aperitivo....es broma! Está prohibido pescar, bañarse y si te descuidas hasta mirarlo. Esta rodeado de petroquímicas y si hay algún pez será como el de los Simpson, con tres ojos. Despues de 40 km llego a Marseilla. Atravesarla me lleva una hora por cinturones, autovías, túneles (que peligrosos son los túneles) y vías rápidas, la mayoría con la señal de prohibido bicicletas. Pero no hay otra manera de cruzar la ciudad. Vas por una nacional en dirección a tu destino, siguiendo las indicaciones y de repente una señal de prohibido bicicletas...y como cojones reculo! Por cierto atravesando Marseilla he tenido la sensación de estar en Teheran...lo dejo en el aire! Como en un McDonalds, más que nada por el servicio de wifi gratuito y porque puedo vigilar la bici desde el ventanal.
Llego a Aubagnes y es un pueblo agradable. Busco un hotel, pues no he conseguido un  coachsurfer o warmshower y mi rodilla me está pidiendo un poquito de atención. Me meto en el primero que encuentro y me relajo con una bañera de agua caliente y más tarde un kebab...si otro! Ya se que me voy a hartar más adelante, pero es lo más rápido, nutritivo  y varato que puedo encontrar a las 8 de la tarde (sabiendo que los franceses cenan muy pronto y a las 8 ves los bares metiendo las sillas). A las 9 estoy "partio" de hambre y me compro una pizza y me la llevo al hotel. En la tele encuentro el canal de TVE (la 1 pa los amigos) y en el telediario veo que el viento de 85km/h está azotando cataluña....¿a que jode?
Lo peor: Atravesar Bagdag...perdón Marseilla.
Lo mejor: La pizza.