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domingo, 24 de junio de 2012

23 y 24 de junio. DESCANSO. Kashgar. "La perla de la Ruta de la Seda"




Kashgar es un viaje al pasado. En concreto a un mercado medieval. Y así es como lo voy a recordar. En cualquier esquina, en cualquier calle se hace un negocio, se regatea y se cierra un trato. Desde zapateros, panaderos, vendedores itinerantes de fruta, artesanos (todos lo son), restauradores, luthiers, embaucadores que te venden ungüento de escorpión para el reúma y elixires de serpiente, barberos que te cortan el pelo y te rasuran la barba, dentistas (en mi vida he visto tanto dentista junto). Desde camellos, ovejas, útiles de labranza, especias, frutos secos, sombreros, cuchillos Uyghur, cualquier pieza de ferretería, mecánica....puedes encontrar de todo en las calles de Kashgar. Y ya no te digo en el mercado dominical. Callejones con los comercios distribuidos por gremios se disputan el silencio a viva voz los comerciantes, los pitos de las motos y motocarros (que por suerte todas son eléctricas por lo que agradeces que te avisen, aunque llegue a ser un poco irritante), y el bullicio de la gente.

El barbero de Kashgar

Ungüento de escorpión (vivos en la palangana) para
el reúma de las rodillas de los abuelos.

Pimiento choricero molido.


Kashgar son dos mundos en uno (como este post 2X1). La extraordinaria ciudad vieja convive con la moderna ciudad china del s.XXI. Los dédalos de callejones de la ciudad antigua contrastan (y vaya si contrastan) con las grandes avenidas de la ciudad moderna. Los rótulos pintados de los comercios desvencijados contra las luces de neón de los grandes hoteles...

Característico mirador de madera labrada y azulejo.
El sábado después de visitar la mezquita Id Kah, recorro las calles principales del centro, admirando los balcones de madera tallada que se pudren y deterioran sin que nadie haga nada por restaurarlo. Pero aún es peor cuanto te adentras por un callejón. Ves que el color y la actividad está, como en una escenografía de teatro, en la parte que se ve. Detrás, en bastidores, callejones sin asfaltar, casas y mezquitas derruidas y una tonalidad, el marrón de las paredes de adobe y el de las puertas de madera labrada.
En medio de mi paseo soy testigo de una discusión entre un hombre y una mujer. El hombre de repente le suelta un galletón que casi le vuelve del revés la cara....No soporto la injusticia, ni el abuso. Me quedo mirando al tipo. El tipo me mira a mi con cara de "¿que pasa? Es mía y la pego cuando quiero". Rápidamente pienso que tengo cuatro opciones:

1.- Le suelto un galletón al tipo para que sepa lo que duele y denigra una bofetada en plena calle...las consecuencias serían impredecibles.
2.-Le suelto un galletón a la tía para que sepa que aquí o "follamos todos o la puta al río"...pero no procede.
3.-Me suelto a mi mismo un galletón para demostrarles que aunque un poco dolorosas, me gustan sus tradiciones (donde fueres haz lo que vieres).
4.-Me doy media vuelta y desaparezco entre la multitud y allá cuidaos!

Me declino por esta última, porque no seré yo quien juzgue el comportamiento de los demás y porque ya he desayunado y no me apetece más galletas.

Como por un euro y medio en un pequeño y simple restaurante uyghur. También puedes comer por menos en cualquiera de los puestos de la calle. Nada más entrar te ponen la tetera con chay encima de la mesa y escojo del cartel de la calle el plato que quiero (es una buena idea a la hora de escoger entre un lugar para comer u otro, el que tenga las fotos de los platos, porque el menú o está en chino o en uyghur). Laghman, empanadilla de carne, una especie de rabiolis de carne, sopas....La cocina uyghur es exquisita...algo grasienta, pero para aligerar eso, luego ya está el té servido siempre sin azúcar.



El domingo por la mañana me dirijo al mercado y al bazaar. Cargo con mi trípode y con las dos cámaras a punto. Parezco Rambo disparando a diestro y siniestro. Pero es que cualquier lugar se presta a una foto. El mercado es de los pocos mercados medievales que quedan en el mundo. Me impresiono al ver a un hombre empujar un carro con un tullido tapado como si fuese a llevarlo al circo de los horrores. Voy buscando artesanos de cuchillos uyghures (hago colección) y después de dar muchas vueltas llego a la zona de artesanía. Me paro a admirar los cuchillos y de seguida viene el dueño a ofrecerte y demostrarte lo bien que corta (cortándose los pelos de la pierna) y lo auténticos que son (mostrándote la firma del artesano). Por suerte un joven vendedor de pañuelos de seda que tiene el negocio al lado, habla ingles y me ayuda en la negociación. Se debe regatear me dice, es parte del juego. Y debes hacer ademán de irte y el dueño te llamará para volver a empezar con otra nueva cifra. Son como los asaltos del boxeo. Al final, después de varios asaltos, el vendedor de cuchillos me dice que me da el mejor precio 200 yuan (25€) por los dos cuchillos. Le digo que quiero comparar precios con otros vendedores. Al final se cabrea (forma parte del juego también) y me dice que me vaya a buscar algo más barato. Me lo quedo mirando a los ojos y le digo; "Ahora no quiero ir a buscar otro cuchillo, quiero el tuyo, porque me has caído bien". Y le compro los dos cuchillos y cuando le doy el dinero, empieza el teatro lanzando los dos billetes de 100 encima del mostrador,con desprecio, como diciendo "vaya mierda de negocio he echo". Le digo (siempre a través del interprete) Que soy actor y que se reconocer una buena actuación. Nos echamos a reír y nos hacemos unas fotos. Al chico que me ha ayudado le regalo mi trípode (le interesaba la fotografía y le sentí buena persona). Acabo de hacer un negocio, no se si bueno o malo, pero por 25€ he experimentado lo que es el comercio en la atemporal Kashgar, he hecho feliz al vendedor de cuchillos, he hecho feliz al vendedor de pañuelos, me he desprendido de un objeto que no voy a usar más y tengo dos cuchillos hechos a mano por un artesano uyghur.
Con el vendedor de cuchillos...que majo.
De vuelta al hotel me como dos pinchos (creo de tripa de oveja) en un puesto ambulante. Una tajada de melón en otro puesto ambulante. Y me compro galletas a granel de hojaldre de varios tipos. Recorro sin prisas la maraña de calles, observando y capturando todo con mis cámaras.

Me he querido empapuzar (no me he inventado otra palabra, esta existe, significa atiborrar, hartar...) de gente porque los próximos días voy a transitar el otro lado de la moneda, en cuanto me adentre en el desierto del Taklamakan.




Lo peor: La comunicación y el repartidor de galletas.
Lo mejor: Callejear por la Old City de Kashgar.

2 comentarios:

  1. que bonita y entretenida crónica, Angel, Me has hecho reír mucho.
    Y en cuanto al desierto de Taklamakan..menuda odisea....lleva toda el agua que puedas en la bici. te hará falta y más!
    Un abrazo grande!!

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  2. Que xulo!!! És curiós, però la plaça, el mercat... m'ha recordat molt el Marroc! Agafa aigua per al desert, sí!!!

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